Margarita Maza de Juárez
(1826/03/29
- 1871/01/02)
Margarita Maza de Juárez
Habiendo
dedicado nuestra entrega anterior al gran Benemérito de las Américas, Don
Benito Juárez García, con estas notas presentamos una síntesis de la
trayectoria de quien fuera su distinguida esposa, la señora Margarita Eustaquia
Maza de Juárez, la cual, siendo hija de Don Antonio Maza, agricultor de origen
genovés radicado en la ciudad de Oaxaca y de la señora Petra Parada Sigüenza;
nació el 29 de marzo de 1826 y fue educada en los más rígidos principios
morales de la religión católica. Como se acostumbraba entre las familias
acomodadas de esa época, recibe formación educativa en su propia casa, a través
de maestros particulares y con sus propios padres, quienes no solamente la
enseñaron a leer, escribir y hacer cuentas, sino también a desenvolverse como
una mujer educada, Doña Margarita Maza, abrevó desde los primeros años de su
vida las ideas liberales con las que su padre simpatizaba. Como es ampliamente
sabido en casa de la familia Maza Parada, prestaba sus servicios de empleada
doméstica Doña Josefa Juárez García, hermana mayor de Benito Juárez, a quien
éste recurrió cuando llegó de San Pablo Guelatao, a la edad de 12 años,
habiendo trabajado sólo unas cuantas semanas, mismas que le permitieron
llevar una sólida relación de amistad con esta familia, a la cual visitaba de
manera frecuente. Allí, siendo muy joven, vio nacer y crecer a Margarita, al
tiempo que él iba preparándose como un estudioso del derecho y años más tarde,
antes de concluir sus estudios empezó a cortejarla con la aprobación de sus
padres y del confesor de la joven. Durante la etapa de su relación de noviazgo,
ya Benito se había titulado de abogado y se desenvolvía profesionalmente en
distintos cargos: ejerciendo su profesión en un despacho y desempeñando la
docencia como profesor de física en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca,
del que más tarde fue Secretario. El casamiento entre ambos se efectuó en la
iglesia de San Felipe Neri, el 31 de julio de 1843, cuando Doña Margarita Maza
tenía 17 años de edad, habiéndose transformado su vida totalmente, ya que
después de haber vivido en forma tranquila y con una buena posición económica,
toda vez que su padre era un productor y exportador importante de grana, pasó a
vivir en un ambiente también amoroso, pero sujeto a constantes altibajos
derivados de la actividad política en que se desempeñaba su esposo. Puede
asegurarse que más que una mujer abnegada y sumisa a su marido, Doña Margarita
se caracterizó siempre como una mujer enmendadora, valiente, inteligente y muy
solidaria con la causa que defendía su esposo, estando ampliamente comprometida
con el proyecto de país por el que luchaba Don Benito Juárez. Debe destacarse
que hasta ahora, la vida y el pensamiento del más universal de los mexicanos,
han sido objeto de numerosos ensayos y obras literarias; sin embargo, poco se
ha difundido sobre la trayectoria de quien durante 28 años fue su esposa y lo
apoyó moral y económicamente, en todos los momentos importantes de su carrera,
y quien se consagró durante años, no solamente al cuidado y educación de los
hijos de ambos, sino también al sostenimiento económico de la familia, sobre todo,
en las etapas adversas y de cruenta lucha, que Juárez se vio obligado a
sortear, para lograr la soberanía de la República Mexicana. En determinadas
obras bibliográficas, se ha pretendido presentar a Doña Margarita solo como una
seguidora del gran líder liberal que fue Juárez, sin embargo, la verdadera
trayectoria de esta gran mujer nacida en tierras oaxaqueñas, fue la de una
verdadera luchadora incansable y comprometida con las ideas liberales e
involucrada radicalmente en la lucha política en que participaba su ilustre
marido, aparte de ser la responsable única de la salvaguarda e integridad de la
descendencia de ambos. La familia Juárez Maza creció y fue pródiga en hijos en
el período comprendido entre los años 1844 y 1864, siendo un total de nueve mujeres
y tres varones, sin embargo, en esos tiempos y por diversos factores, a nivel
mundial, la mortalidad infantil, también era sumamente elevada, por lo que el
matrimonio sufrió la pérdida de su hija Guadalupe en 1850, dándose también el
fallecimiento de Amada en 1854, de Antonio en 1863, de Jerónima Francisca y
José María en 1864. Doña Margarita Maza por mucho tiempo vivió sola con sus
hijos, ya que Don Benito se vio obligado a dejar la familia para tener
movilidad dentro y fuera del territorio nacional, para defenderse de las
acechanzas de sus enemigos Santanitas, de los conservadores y los invasores
imperialistas, habiéndose refugiado en Cuba y Nueva Orleáns. La vida de la
esposa de Juárez, no fue de bienestar pleno, ya que ella también tuvo que
emigrar con sus hijos hacia Veracruz y a la ciudad de Nueva York entre los años
de 1865 y 1866.Durante las cuatro separaciones que el matrimonio Juárez Maza,
tuvo que librar para salvaguardar a su familia, la única forma de comunicarse
fue a través de cartas, en las que sin duda se nota el gran amor y cariño que
se profesaban mutuamente; siendo particularmente doloroso es el contenido de la
misiva que Doña Margarita le envía a su esposo, después del sensible
fallecimiento de dos de sus hijos varones, acaecidos en Estados Unidos en 1864
y en 1865, en donde ella expresa: “yo estoy sin ninguna enfermedad, pero la
tristeza que tengo es tan grande que me hace sufrir mucho; la falta de mis
hijos me mata, desde que me levanto los tengo presentes recordando sus sufrimientos
y culpándome siempre y creyendo que yo tengo la culpa que se hayan muerto….no
encuentro remedio y sólo me tranquiliza, por algunos momentos, que me he de
morir y prefiero mil veces la muerte a la vida que tengo; me es insoportable
sin ti y sin mis hijos”. A principios de 1866, la situación económica de
Margarita Maza y de sus hijos fue sumamente difícil, ya que carecían de
recursos para afrontar el crudo invierno en la ciudad de Nueva York. En esa
ocasión, fue Don Matías Romero quien salvó a la familia haciéndoles un préstamo
de cuatro mil pesos que Doña Margarita solamente aceptó cuando tuvo la
autorización de su marido. Cuando salen de Nueva York por ferrocarril, en el
año de 1867, Don Matías Romero los acompañó hasta Baltimore, continuando el
viaje solos por Cincinnati y Louisville, donde tomaron un vapor que los
transportó por los ríos de Ohio y Mississippi hasta arribar a Nueva Orleáns, en
donde fueron embarcados en el “Wilderness”, el cual los transportó
tranquilamente hasta el puerto de Veracruz, en el que desembarcaron el 9 de
junio de 1867, siendo recibidos con los honores que le correspondían a la
familia del Presidente de la República, con los cañones de San Juan de Ulúa,
disparando 21 balas de salva, con la presencia de las autoridades y del pueblo
veracruzano que los colmó de muestras de entusiasmo y solidaridad fraternal. El
día 2 de enero del 1871, Doña Margarita Maza de Juárez muere a la edad de 45
años, en la ciudad de México, víctima de una grave enfermedad del estómago, que
fue minando su existencia en forma paulatina; la gran admiración y el respeto
que le prodigaron los diversos sectores de la sociedad mexicana de aquellos
años, no respondieron únicamente su calidad de ser la primera dama de la nación
y esposa del gran Benemérito de la Américas, fueron ante todos un
reconocimiento al gran mérito que ella obtuvo, por ser una valiente defensora
de la gran causa republicana en un México que se encontraba fuertemente
dividido entre liberales y conservadores y al mismo tiempo asediado por la voracidad
de las grandes potencias extranjeras que trataban de dominarlo para quedarse
con sus valiosas riquezas. Doña Margarita Maza fue sepultada en el panteón de
San Fernando, acompañada por su esposo y un impresionante cortejo fúnebre. Las
oraciones luctuosas estuvieron a cargo de Guillermo Prieto y Joaquín
Villalobos, quienes exaltaron las grandes virtudes y el espíritu progresista
que siempre caracterizó a Doña Margarita. Con el paso de los años en 1966, el
Senado de la República rindió un merecido homenaje a la esposa de Don Benito
Juárez, inscribiendo su nombre en letras de oro en la parte central del salón
de plenos de la Cámara de Diputados, en donde se encuentran inscritos los
nombres de los más grandes próceres de nuestra patria.